José Manuel Naranjo: «La primera vez que ves de cerca un oso polar se te queda grabado en la retina»
- Publicado por Juan Manuel Baixauli
- El 15/01/2014
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El Ártico te enseña a ser paciente y perseverante. Lo dice el hombre que conoce todos sus secretos, José Manuel Naranjo, el mayor explorador polar español de todos los tiempos. Como sabes, ÚNICO Viajes está organizando con él una expedición turística a la Isla de Baffin, en el ártico canadiense. “El lugar más impresionante que he visto jamás”, confiesa. El canario tampoco olvida la primera vez que vio de cerca un Nanoq, el gran oso polar. Ni la sabiduría y solidaridad del pueblo Inuit. Le entrevistamos momentos antes de emprender un nuevo viaje, tras la conferencia que impartió en Valencia el pasado mes de noviembre. Y nos tranquiliza: “No hay que temer al frío extremo. Todo lo que necesitamos es un equipo adecuado y seguir unas sencillas normas de protección”. Su experiencia será mucho más que un grado en la Expedición Nanoq 2014 (PDF).
En el año 1989 te enrolaste en tu primera aventura polar, la Expedición Nanuk en las islas Svalbard. ¿Cuál fue la primera lección que te enseñó el gran océano helado?
Que el Ártico es inabarcable y que allí soy más pequeño que un copo de nieve, pero que sí sigo sus reglas y con paciencia, cautela y perseverancia se puede llegar muy, muy lejos. Incluso al mismo Polo Norte…
La sabiduría, inocencia y solidaridad de los Inuit no solo me impresiona, me maravilla»
Transgroenlandia 2001, la travesía polar más rápida de la historia. ¿Cómo surgió la idea de cruzar Groenlandia de norte a sur en trineo arrastrado por cometas?
Mi compañero Ramón estaba realizando una travesía polar arrastrando 8 horas al día un trineo de 100 Kg y se le ocurrió usar el viento y cometas para atravesar desiertos polares. Me contó la idea y nos pusimos a desarrollar el proyecto del catamarán polar. Fueron 3 años de intenso trabajo. Pura obsesión por alcanzar un sueño.
Aquella no fue una travesía exenta de problemas, incluso llegasteis a perder el mapa con el que os orientabais y, sin embargo, dijiste que no tuvo nada de heroico. ¿Qué es para ti la épica?
Para mí épica es por ejemplo la labor humanitaria que hacen muchos cooperantes en lugares remotos, soportando penalidades, enfrentándose al riesgo de un secuestro o al peligro de ser asesinado en zonas de guerra, con la simple, pero valiente idea de ayudar a otros seres humanos que lo necesitan. Ellos son los héroes de verdad. En nuestro caso, es cierto que nos enfrentábamos a unos peligros inherentes a las expediciones polares, pero también contábamos con un conocimiento del terreno y unos medios tecnológicos que no tuvieron los míticos exploradores polares como Nansen, Shackleton, Amundsen, Peary, Scott y tantos otros. Ellos sí que eran héroes de verdad. Sí tuviera que usar un adjetivo para nosotros en aquella expedición, digamos que fuimos audaces. Audaces por creer en una idea que a simple vista parecía una locura ideada en un bar cualquier sábado de madrugada.
No en vano, y tras más de 20 expediciones polares en tus espaldas, ¿qué te impulsa a seguir explorando el Ártico?
Quizás sea esa misma «inabarcabilidad» del Ártico la que me empuja a seguir recorriendo esos territorios aún vírgenes con la misma ilusión que las primeras veces que estuve en el Gran Norte. Por otra parte, creo que yo estoy hecho para el Ártico, así que allí, incluso en momentos de descarnada crudeza debido al hielo cambiante, las temperaturas extremas o las ventiscas más salvajes me siento como en mi casa, protegido.
De hecho, en la Expedición Internacional con esquís al Polo Norte Geográfico por su vertiente siberiana (2012) tuvisteis que afrontar unas condiciones realmente duras, con temperaturas inferiores a -30 grados centígrados…
Sí uno se protege adecuadamente y lleva a cabo unas sencillas normas de protección contra el frío, uno puede disfrutar de cualquier lugar del Ártico. A modo de ejemplo en esa expedición vimos una ola de hielo congelada de color verde esmeralda. Algo único que ni el frío más brutal nos hubiera impedido disfrutar de su visión.
Antes has usado el término obsesión. También en la conferencia de Valencia, donde confesaste que las expediciones polares te obsesionan…
Sí, me lo han dicho muchas veces. Cuando oigo eso hago mía la frase «ladran Sancho, luego cabalgamos». En mi caso concreto y particular he necesitado de una cierta dosis de obsesión para conseguir alcanzar los retos que me había planteado, así que digamos que a veces solo he pensado y soñado en «blanco».
¿Podrías enumerar cinco lecciones que te haya enseñado el Ártico?
La primera y para mí más importante palabra, y lección en el Ártico, es «Aceptación». Aceptar, interiorizando cualquier cosa que te pase allí (fracaso, congelaciones, dolor o incluso la muerte). La segunda palabra más importante en las expediciones polares es la palabra «lucha». Una vez aceptada esa situación en la que pueda estar inmersa, toca luchar con todas mis energías y capacidades para salir de esa situación. El Ártico no es lugar para lamentaciones improductivas. Por supuesto he aprendido humildad ante la naturaleza y a dejarme guiar por otras personas que saben más que yo o que tienen más experiencia. Ciertamente en el Ártico uno aprende lo que es la paciencia. Sin límites. Y también a ser perseverante. Y por último, me ha enseñado a ser extremadamente soñador y extremadamente «hiperpráctico». Construir castillos en el aire y luego inmediatamente poner los ladrillos hasta llegar al cielo.
Hablando de las cosas buenas que esconde el hielo. ¿Qué es lo que más te ha impresionado en últimos 25 años de viajes polares?
Paisajísticamente hablando, la isla de Baffin en el Ártico de Canadá es lo más impresionante que yo jamás haya visto, incluyendo los acantilados marinos más altos de la tierra. Por otro lado, la primera vez que vi de cerca un oso polar es algo que se me ha quedado grabado en la retina para siempre. También las Auroras Boreales, no importa cuántas haya visto antes, siempre es algo tan mágico. Y desde luego la sabiduría, inocencia y solidaridad de los Inuit. No solo me impresiona, sino que me maravilla.
Eres el primer español que ha sido nombrado Guía Oficial del Ártico, amen de una larga trayectoria de expediciones turísticas al Polo Norte. ¿Qué sensaciones se llevan las personas que te acompañan en estos viajes?
Las sensaciones son siempre algo muy personal, pero exteriormente lo que he apreciado en muchas personas es una mezcolanza de felicidad por la superación de un reto junto con la alegría de alcanzar en muchos casos un sueño largo tiempo anhelado y todos los viajeros se maravillan y sorprenden ante los increíbles y variados matices que tiene el blanco infinito.
Si te dijera que soy tremendamente friolero y tuvieras que convencerme para enrolarme en una expedición polar, ¿qué tres argumentos utilizarías?
Con el equipo adecuado, con la alimentación apropiada y siguiendo unas sencillas normas de protección contra el frío elemento se puede disfrutar de una expedición polar incluso a temperaturas extremas. Por ejemplo, si uno come aproximadamente cada hora algún alimento altamente calórico, su cuerpo produce regularmente y constantemente un calor que la ropa específica polar mantendrá, pudiendo incluso divertirse a pesar del frío reinante.
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