
Desde el Çiragan Palace Kempinski en Estambul
- Publicado por Juan Manuel Baixauli
- El 17/12/2013
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- Estambul, Turquía
Este será un día intenso para quienes os animéis a reproducirlo, y solo con una capacidad milimétrica de coordinación, podréis disfrutar del ímpetu de un viaje a una ciudad como Estambul, para tenerlo todo, para que sea inolvidable. Estaré encantado de organizarlo personalmente, así que si te animas, dímelo.
Es mi jornada en Estambul, un día singular en una ciudad brillante, colosal, inquieta… un recorrido vibrante para una fin de semana, en una urbe que supera los 13 millones de habitantes (esto nos puede dar una idea para conocer su tamaño, por ejemplo Madrid tiene en torno a 3,2 millones, Barcelona 1,6, Londres 8,1 y París 2,3). En efecto, hablamos de una impresionante ciudad cuyas raíces están ancladas entre dos continentes que han enriquecido su historia, su cultura y la forma de ser de sus gentes.
Hay que visitar Estambul al menos una vez, aunque es difícil resistirse a la tentación de volver. En mi plan de viaje te propongo trasladarte hasta el hotel desde el aeropuerto sorteando el caótico tráfico o bien desde un helicóptero que te dejará en los mismísimos jardines del impresionante Çiragan Palace Kempiski, a orillas del Bósforo.
Este es sin duda uno de mis hoteles preferidos, ubicado en el edifico que albergó en otros tiempos la residencia del último Sultán Otomano. El hotel-palacio cuenta con embarcadero propio, lo cual es ideal para salir a navegar en un barco privado por el Bósforo y disfrutar de la estampa de la ciudad a lo largo de las dos orillas del canal.
En ellas, los pachás, grandes visires y otros ciudadanos distinguidos del Estambul otomano comenzaron a construir elegantes villas, conocidas como Yalis, a finales del siglo XVII. Las usaban como residencias de verano y ahora se erigen como decorado de un fascinante crucero privado que tiene su punto de salida a la “puerta del hotel”.
A las 9 de la mañana, tras un maravilloso desayuno en la terraza del hotel, iniciaremos el recorrido que en su primera parte atravesará el impresionante Puente Intercontinental, desde el que no hace mucho Tiger Woods estuvo lanzando bolas de golf con precisión milimétrica, como parte de un acto promocional sin precedentes. El Intercontinental es un puente colgante espectacular, con más de un kilómetro de longitud que hierbe de vida durante el día y bajo el cual se encuentran algunos de los lugares de moda de la noche estambulita.
El siguiente objetivo de nuestro recorrido por el canal será el Restaurante Del Mare, al que llegaremos sobre las 13.00h para degustar el pescado más fresco y sabroso. Está ubicado en la ruta asiática, en un edificio construido en el año 1800 que se utilizaba para resguardo de elefantes y que constituye un buen ejemplo de la comunión entre el pasado y el presente de la ciudad.
Comenzaremos la tarde con una hora de compras en el Kanyon, un centro comercial de 250.000 metros cuadrados en la que posiblemente sea una de las mayores construcciones de Europa. Dejamos para el siguiente día la visita el Gran Bazar, del que os dejaré alguna de las impresionantes imágenes que se nos quedan en la retina al recorrerlo.
De vuelta al Bósforo, Kuleli nos regalará unas imágenes preciosas. Cambiaremos la vista desde el canal por la panorámica de nuestro helicóptero privado, al que nos subiremos para otear desde el cielo el perfil de la ciudad entre mares y montañas, con sus imponentes basílicas y mezquitas. Una visión muy distinta a la que podemos hacer en tierra, donde el tráfico es lento y perezoso.
Tras esta experiencia privilegiada, tomaremos un merecido descanso sobre las 17.00h. El momento ideal para comentar lo vivido hasta ahora en el Café KV, un lugar emblemático, con buena música y una atmósfera agradable. Esta parada solo es el preámbulo de lo que viene a continuación: una sesión de relax en un spa o un baño turco, donde el tiempo parece detenerse y toda nuestra energía se recupera al instante. En Estambul no solo hay que ver, también hay que sentir.
Una vez recargadas nuestras fuerzas nos espera, a las 19.00h, un oportuno aperitivo en el Hotel Les Ottomans. Un rincón privilegiado en una zona elevada del casco antiguo de Sultanhamet. Fue construido como escuela otomana y hospital a mediados del año 1800. A mediados del siglo XX se transformó en hotel, y tras varias reformas, la última en 2005, se ha convertido en un lugar excepcional, lleno de historia y de sosiego.
Ahora que hemos abierto el apetito, nos trasladaremos hasta el Restaurante Sarniç para disfrutar de la cena y, sobre todo, del lugar. No en vano, se trata de una antigua Cisterna Bizantina junto a los muros del Palacio de Topkapi, detrás del Museo de Santa Sofía, rodeado de monumentos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.
La construcción cuenta con más de 1.500 años de antigüedad y una altura superior a los 10 metros, donde destacada la magnífica trenza de ladrillos de producción manual y seis columnas de mármol sólido tan antiguas como Santa Sofía. Decorado para adularnos con candelabros de hierro y cientos de velas cuyas luces danzan al ritmo de la música en vivo y al abrigo de la chimenea de estilo antiguo donde las chispas de la leña se difuminan en la tranquila atmósfera del local.
Y para acabar la jornada, ya entorno a las 11 de la noche, nos iremos a tomar una copa a Ghetto, uno de los bares en boga del centro de Estambul, de esos que todos queremos conocer.
Se encuentra en uno de los edificios históricos del barrio de Galatasaray, a pocos metros de la calle peatonal Istikal, a la que debéis volver al día siguiente para disfrutar pausadamente de su ambiente, de sus tiendas y locales, y de sus golosas pastelerías turcas. Pese a contar con una decoración moderna, su ambiente evoca a los cafés de toda la vida, con música en vivo y un clima entrañable alrededor de las mesas.
De vuelta al hotel, nos espera la placentera sensación de acomodarnos junto al Bósforo y descansar.
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